Parece que fue ayer, pero no. Fue hace un año que empacamos
maletas y aterrizamos en la India, con poco equipaje, muchas dudas, llenos de
incertidumbres, de miedos y de ilusiones.
Insisto, parece que fue ayer, porque el viaje lo pienso y lo repienso
todo el tiempo. Lo recreo en mi mente, lo sueño en mis sueños, lo vivo en las
fotos que sirven de testigo, lo leo, lo escucho en la música, en la cítara, en
esas voces quejumbrosas de canciones que no me canso de escuchar, lo saboreo,
sobretodo lo saboreo en cada receta tocada por la magia de las especias.
Así, viajamos todo el tiempo y sé que vamos a volver, porque
el viaje a la India, a nosotros, nos cambió la vida. Por eso a ustedes,
queridos lectores, que viajaron con nosotros a través de la lectura de este
blog, queremos compartirles cómo ocurrió este cambio. Sé que quisieran escuchar
historias fascinantes acerca de si alcanzamos estados meditativos,
iluminaciones, encuentros mágicos con maestros y ese tipo de fantasías. Lamento
decepcionarlos. A nosotros nos cambió la vida de un modo más práctico,
fascinante y, por qué no lucrativo. Hoy comprendemos que la India tenía algo
guardado para nosotros, pero teníamos que ir y descubrirlo por nosotros mismos.
Hace un año no lo sabíamos, no teníamos por qué saberlo, pero la vida conspiró
para que hiciéramos ese viaje y camináramos por esa nueva ruta que puso frente
a nosotros; nada más y nada menos, que la ruta de las especias.
Resulta que nuestro limitado equipaje regresó a Colombia
lleno de polvo, una cabeza de Buda, una colcha bordada con un elefante y
especias, las más exóticas, las más coloridas, muchas con nombres que nunca
habíamos escuchado: curry, garam masala, amchur, fenogreco, zumac, zataar… Los
meses subsiguientes al viaje los pasamos cocinando comida india para nuestros amigos,
yo sufría al ver que se me iban acabando mis polvos mágicos… traté de buscarles
remplazo pero pronto me dí cuenta de que acá solo sazonamos con pimienta negra
y sal.
Un día estaba leyendo Las Mil y una Noches cuando me
encontré frente a frente con Alí Babá y juro que las palabras mágicas me fueron
susurradas… ábrete sésamo. Pensé que sería un lindo nombre para una tienda de
especias y, de repente, tuve claro
el mensaje, todo cobró sentido, entendí por qué tuve que ir a la India. Supe,
así sin más, que tenía que abrir una tienda de especias y productos orientales
llamada ábrete sésamo. No me
pregunten por qué. Simplemente lo supe. El resto fue carpintería. Buscar
proveedores, envases y clientes. Montar una página web www.abretesesamo.co y ofrecer los
productos. De repente una periodista y un odontólogo, que nunca habían vendido
nada, comenzaron a vender especias y resultó ser más fácil que enderezar
dientes y perseguir noticias. El nombre no pudo estar mejor puesto: ábrete
sésamo es magia pura.
El negocio comenzó en la casa y, pocos meses después, nos
dimos cuenta de que nos había desbordado. Las cajas sobre las cajas y los
bultos sobre los bultos en nuestra sala, nos llevaron a la conclusión de que
ábrete sésamo necesitaba un espacio propio. Justo hoy, un año después del viaje,
apareció el que será nuestro punto de venta, empaque y bodega.
Quien cree que las cosas no caen del cielo está equivocado.
Con punto de venta necesitamos una caja registradora y casualmente mi tío Mono tenía una nueva de un negocio que acababa de cerrar. Necesitamos fotos y Alejo, nuestro
amigo fotógrafo se manifestó de inmediato. Necesitamos un decorador y Juan, nuestro vecino, decorador de profesión, puso su ojo mágico al servicio de ábrete
sésamo. Necesitamos organizar una buena área de empaque que cumpliera con todos
los requisitos de sanidad y mi buena amiga Lucy, dueña de una exitosa empresa de asesoría ambiental, llamada
ambientalmente, prometió asesorarnos. Con Juan Pablo trasnochamos muchas, pero muchas veces
montando la página web y la Junta Directiva, corre por cuenta de nuestros
exitosísimos amigos: Marita, Carlos y Juanpa, a quienes se les escucha y se les
obedece. Así, todo lo que vamos necesitando va llegando de forma natural,
literalmente caído del cielo.
Nadie se imagina lo que sentimos cuando llegan cajas y
bultos llenos de especias, no
dimensionan el amor con el que las empacamos y las llevamos. Ninguno de ustedes
sabe la cara que ponen los chef cuando las ven, las huelen, las prueban y
concluyen que tienen algo valioso entre sus manos. Las mismas especias que en
el pasado abrieron nuevas rutas de comercio, las que llevaron a descubrir
América, las que inspiraron grandes cruzadas, las que fueron tan valiosas como la vida misma, tan codiciadas y
perseguidas como el oro. Hoy están
todas aquí, en Medellín, en un mágico lugar llamado ábrete sésamo.
En estos días al contarle sobre ábrete sésamo a alguien le
dije:
- ¡Mirá
en lo que terminó el viaje a la India!
Y ese alguien me corrigió
- ¡Mirá
lo que comenzó luego del viaje a la India!
Para los que quieran pronunciar las palabras mágicas… sígannos
la pista:
Próximamente punto de venta en el Barrio Manila de Medellín:
Cra 43e #12-38