martes, 25 de septiembre de 2012

Se pronunciaron las palabras mágicas...


Parece que fue ayer, pero no. Fue hace un año que empacamos maletas y aterrizamos en la India, con poco equipaje, muchas dudas, llenos de incertidumbres, de miedos y de ilusiones.  Insisto, parece que fue ayer, porque el viaje lo pienso y lo repienso todo el tiempo. Lo recreo en mi mente, lo sueño en mis sueños, lo vivo en las fotos que sirven de testigo, lo leo, lo escucho en la música, en la cítara, en esas voces quejumbrosas de canciones que no me canso de escuchar, lo saboreo, sobretodo lo saboreo en cada receta tocada por la magia de las especias.


Así, viajamos todo el tiempo y sé que vamos a volver, porque el viaje a la India, a nosotros, nos cambió la vida. Por eso a ustedes, queridos lectores, que viajaron con nosotros a través de la lectura de este blog, queremos compartirles cómo ocurrió este cambio. Sé que quisieran escuchar historias fascinantes acerca de si alcanzamos estados meditativos, iluminaciones, encuentros mágicos con maestros y ese tipo de fantasías. Lamento decepcionarlos. A nosotros nos cambió la vida de un modo más práctico, fascinante y, por qué no lucrativo. Hoy comprendemos que la India tenía algo guardado para nosotros, pero teníamos que ir y descubrirlo por nosotros mismos. Hace un año no lo sabíamos, no teníamos por qué saberlo, pero la vida conspiró para que hiciéramos ese viaje y camináramos por esa nueva ruta que puso frente a nosotros; nada más y nada menos, que la ruta de las especias.
Resulta que nuestro limitado equipaje regresó a Colombia lleno de polvo, una cabeza de Buda, una colcha bordada con un elefante y especias, las más exóticas, las más coloridas, muchas con nombres que nunca habíamos escuchado: curry, garam masala, amchur, fenogreco, zumac, zataar… Los meses subsiguientes al viaje los pasamos cocinando comida india para nuestros amigos, yo sufría al ver que se me iban acabando mis polvos mágicos… traté de buscarles remplazo pero pronto me dí cuenta de que acá solo sazonamos con pimienta negra y sal.
Un día estaba leyendo Las Mil y una Noches cuando me encontré frente a frente con Alí Babá y juro que las palabras mágicas me fueron susurradas… ábrete sésamo. Pensé que sería un lindo nombre para una tienda de especias y, de repente,  tuve claro el mensaje, todo cobró sentido, entendí por qué tuve que ir a la India. Supe, así sin más, que tenía que abrir una tienda de especias y productos orientales llamada ábrete sésamo.  No me pregunten por qué. Simplemente lo supe. El resto fue carpintería. Buscar proveedores, envases y clientes. Montar una página web www.abretesesamo.co y ofrecer los productos. De repente una periodista y un odontólogo, que nunca habían vendido nada, comenzaron a vender especias y resultó ser más fácil que enderezar dientes y perseguir noticias. El nombre no pudo estar mejor puesto: ábrete sésamo es magia pura.


El negocio comenzó en la casa y, pocos meses después, nos dimos cuenta de que nos había desbordado. Las cajas sobre las cajas y los bultos sobre los bultos en nuestra sala, nos llevaron a la conclusión de que ábrete sésamo necesitaba un espacio propio. Justo hoy, un año después del viaje, apareció el que será nuestro punto de venta, empaque y bodega.
Quien cree que las cosas no caen del cielo está equivocado. Con punto de venta necesitamos una caja registradora y casualmente mi tío Mono tenía una nueva de un negocio que acababa de cerrar.  Necesitamos fotos y Alejo, nuestro amigo fotógrafo se manifestó de inmediato. Necesitamos un decorador y Juan, nuestro vecino, decorador de profesión, puso su ojo mágico al servicio de ábrete sésamo. Necesitamos organizar una buena área de empaque que cumpliera con todos los requisitos de sanidad y mi buena amiga Lucy,  dueña de una exitosa empresa de asesoría ambiental, llamada ambientalmente, prometió asesorarnos. Con Juan Pablo trasnochamos muchas, pero muchas veces montando la página web y la Junta Directiva, corre por cuenta de nuestros exitosísimos amigos: Marita, Carlos y Juanpa, a quienes se les escucha y se les obedece. Así, todo lo que vamos necesitando va llegando de forma natural, literalmente caído del cielo.


Nadie se imagina lo que sentimos cuando llegan cajas y bultos  llenos de especias, no dimensionan el amor con el que las empacamos y las llevamos. Ninguno de ustedes sabe la cara que ponen los chef cuando las ven, las huelen, las prueban y concluyen que tienen algo valioso entre sus manos. Las mismas especias que en el pasado abrieron nuevas rutas de comercio, las que llevaron a descubrir América, las que inspiraron grandes cruzadas, las que  fueron tan valiosas como la vida misma, tan codiciadas y perseguidas como el oro.  Hoy están todas aquí, en Medellín, en un mágico lugar llamado ábrete sésamo.
En estos días al contarle sobre ábrete sésamo a alguien le dije:
-       ¡Mirá en lo que terminó el viaje a la India!
Y ese alguien me corrigió
-       ¡Mirá lo que comenzó luego del viaje a la India!

Para los que quieran pronunciar las palabras mágicas… sígannos la pista:
Próximamente punto de venta en el Barrio Manila de Medellín:
Cra 43e #12-38