El viaje es una especie de puerta.
A través de ella salimos de la realidad.
Guy de Maupassant
La puerta de la India
La India queda muy, pero muy, pero muy lejos. Y más aún cuando cuando toca esperar largas conexiones en los aeropuertos. En Caracas perdimos 7 interminables horas y luego volamos otras 10 hasta Frankfurt en donde esperamos otras 3 horas. El vuelo a Delhi iba a reventar, estábamos en el límite del cansancio, del sueño y sólo las ganas de llegar nos permitieron soportar otras 7 horas que parecieron 50. Nuestro compañero de silla fue un indio llamado Deepy quien cuando entró en confianza nos recordó que no se puede tomar agua en cualquier lado, que nunca compremos sin recatear, que no hay que hablar con quien se acerca en la calle, pues el 99.9% de las veces son vendedores o comisionistas, en fin, nada que no hubiéramos leído en las guías.
A la media noche, hora India, finalmente llegamos. Todo, afortunadamente, fue muy fácil, pues con ese cansancio no hubiéramos tenido cabeza para resolver nada, desde la pasada por inmigración y la compra de la rupias, hasta la recogida de las mochilas. Deepy nos ayudó con el taxi y hasta nos dió su número de teléfono por si las moscas. Al taxi hace rato se ve que no le echan una manito, le sonaba todo, las luces no prendían y, fuera de eso, ni nosotros le entendíamos el inglés al conductor ni él nos entendía a nosotros. Nuestro hotel queda supuestamente en el mejor barrio de Delhi, en New Connaught, considerando las distancias en esta ciudad con 17 millones de habitantes, hasta diríamos que no muy lejos del aeropuerto. Finalmente llegamos al barrio, pasamos por una esquina en la que habían cientos de personas tiradas en la aceras durmiendo plácidamente y no más doblar esa esquina llegamos al hotel. La fachada terrible, más la visión de los durmientes y cierto desorden, que digo, mucho desorden en la calle debido a la construcción del acueducto, hicieron que Juanro entrara en shock. Si a uno le dicen que este es el mejor barrio, se imagina algo distinto a lo que nos encontramos, sin embargo, al otro día, bajo la luz del sol, con la cabeza fría y el cuerpo descansado, caminamos por los alrededores para comprobar que todo sigue siendo horrible aunque, efectivamente, este sí es el mejor sector. Es una mezcla entre fascinante y caótico que pone al límite todos los sentidos. Obviando el exterior, el Hotel Swift es un buen hotel. Muy limpio, el aire acondicionado funciona, el baño impecable y el servicio increíble, aunque seguimos sin entendernos y las señas funcionan mas que el inglés. No bien había amanecido cuando comenzamos a escuchar lo que sería el suplicio mayor de esta ciudad: los pitos de los carros. Aseguraríamos sin equivocarnos que pitar es el deporte nacional, pues pasamos todo el día en las calles y no hubo ni un solo instante de silencio. Ni uno. Ni medio. Al final del día nos queríamos enloquecer, es de verdad, algo insufrible, pareciera que no pitan por nada en particular, sino por el simple placer de hacerlo...
Templo de Loto
Como somos mochileros de clase alta contratamos un carro con aire acondicionado que nos hizo un recorrido por algunas de las atracciones de la ciudad. Aunque en algunas, nosotros éramos la atracción y los indios nos pedían que nos tomáramos fotos con ellos. El conductor está bastante interesado en que lo contratemos por todo el viaje, nosotros le explicamos que todo el recorrido lo haremos en tren, así que gran parte de sus conversaciones versaron sobre los atrasos en los trenes, el caos que se formó en no-se-donde debido a las inundaciones, las cancelaciones masivas debido a no-se-qué. Ahora mismo debe estar cráneandose nuevas alteraciones en el sistema ferroviario para relatarnos mañana, porque si, quedamos de vernos nuevamente para seguirnos mostrando esta enorme ciudad en su cómodo carro con aire acondicionado.
Despachamos al conductor al caer la tarde y emprendimos la caminada por los bazares alrededor de nuestro hotel. Algunos son realmente caóticos y desordenados, en verdad no se puede preguntar por nada porque en un segundo cientos de indios te rodean ofreciendote lo mismo pero más barato. Habría que preguntarle a un gurú del mercadeo como JP, pero a nosotros, nos pareció una técnica de mercadeo errónea, pues al final uno se abstiene de preguntar y menos de comprar con tal de no tener que lidiar con semejante situación. Como a todo se acostumbra uno, o en su defecto, se resigna, al final el asedio deja de incomodarte y los sentidos se pierden entre los miles de productos que se ven. Figurillas de todas las formas, tamaños y precios de los miles de dioses que adoran en estas tierras, saris llenos de color y brillo, trapos, esencias, baratijas y ¿mencioné las figurillas de todas las formas tamaños y precios?
Nos perdimos una y otra vez, comimos en un restaurante hermoso y acogedor una comida realmente alucinante, luego, nos volvimos a perder, pero preguntando llegamos al hotel. Cansados y con el jetlag alborotado, pero hay que lavar la ropita, pues tenemos sólo tres mudas de ropa, ¿recuerdan? y con las prendas colgando por todos lados nos dormimos, esperando la pequeña tregua que nos dan los pitos, antes de que comiencen a sonar otra vez.
Las calles de Old Delhi
Amiga!!!
ResponderEliminarAdios a los blogs de moda..adios a mi libro de cabecera.. me declaro la mas Fan de este blog, de tus palabras y de este periplo tan asombroso!.
Así que tu y Juanro a disfrutar del viaje y a asegurarse de hacer updates, pues aquí tienes a una lectora esperando por el capitulo 2 de la llegada ;) .
te adoro!! eres una crack!
Soraya
Qué honor el haber sido reseñado en la crónica del primer día. La mejor de las conclusiones hasta el momento: en carro y hotel con aire acondicionado sí viajo yo.
ResponderEliminarLos pienso todos los días.
JP
jajajaja!! Esto es tan bueno. Uno lee, se imagina y no sufre! Abrazo a los dos.
ResponderEliminarNos unimos al comentario de Juanpi. Qué honor.... y eso que fuimos citados tácitamente. Pero aún así, no nos le medimos a la mochiliada por la india.... aún si es de clase alta... me gusta mas viajar con sus blogs. Los pensamos muchísimo.... Carlos y Marita
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