Soy amante irremediable de la soledad y encontrarme de
repente sola en medio de la naturaleza me ha hecho reflexionar sobre muchas
cosas. Tal vez hoy, simplemente, amanecí
pensativa, tal vez hoy, esculcando dentro de mi misma, hallé cosas que creía perdidas, tal vez todos, en
algún momento de nuestras vidas, tenemos que darnos este respiro, mirar hacia
adentro, lejos de todo y de todos, tomar distancia para enfocar la propia vida
con otro lente, para mirarla desde otro ángulo, es conveniente y necesario, sin
embargo pocas veces lo hacemos, tal vez por miedo a que no nos guste lo que
vayamos a encontrarnos, miedo a que no nos guste en lo que nos hemos convertido
y temamos que es demasiado tarde para cambiarlo.
Pero tal vez haya sorpresas, tal vez descubras que te gusta
la senda por la que andas y la libertad de tu espíritu. A lo mejor descubras
que todo lo que haz afrontado y las decisiones que has tomado te convirtieron
en la persona con la que soñabas ser y que tu viaje por la vida es tan
fascinante como un buen libro. En el camino de la introspección, todo es
posible.
Ahora mismo, contemplando el mar, recién descubro que no
sólo vine a cuidar guacamayas, vine a estar conmigo misma, a tomarme un respiro
de la cotidianidad de la vida y la rutina del trabajo y a saborear los pedazos
que he encontrado, facetas de mi misma que no sabía que existían, cosas buenas
y no tan buenas, que al final me definen como la persona que soy.
Este año ha sido particularmente extraño, mucha gente que
fue determinante en mi vida se ha alejado de ella y resulta que su compañía que
creía tan segura e incondicional ha desaparecido por simples tonterías, he
pensado mucho en eso durante estos días y comprendí que no hay ningún lazo
seguro que nos una a nadie y que por esa razón, la relación que más se debe
fomentar es con uno mismo, pues nacemos solos y morimos solos y la gente que
nos rodea son simplemente compañeros de camino que, eventualmente, abandonarán
la marcha.
Hoy también pensé en lo lindo que es dejarse mover por la
pasión, encontrar algo que verdaderamente te mueva y dejarte llevar. Si eres de
los que no pisa la arena por no ensuciarte los zapatos, no sales cuando hay
lluvia por no mojarte, no viajas por no cargar tu maleta, tal vez, hoy mas que
nunca deberías sacudirte, dejar tu oficina y salir a buscar algo que te apasione,
porque la rutina y las comodidades excesivas apagan el espíritu, porque gozar
solo con cosas materiales te limita el espectro de todas las cosas inmateriales
y gratuitas con las que podrías igualmente gozar: el mar, los atardeceres, los
cielos llenos de estrellas, el canto de las ranas, el volar de los pájaros, contemplar tu animal favorito, caminar sobre la
hierba, sonreír. Soy de las que pienso que si uno le sonríe a la vida, ella te
devuelve la sonrisa.
Peor aún, conozco gente que ni siquiera sabe qué le apasiona
y su vida es un transcurrir de días sin ninguna novedad entre unos y otros.
Mueren lentamente y no se dan cuenta. A ellos sólo quiero decirles que escalen
una montaña, salgan a pescar, vayan a un sitio al que nunca hayan ido, prueben
una comida diferente, métanse a clases de cocina, de pintura, de panadería, ¡de lo que sea! toquen algún instrumento, bailen bajo la lluvia, hagan lo que sea
que los mueva, ¡pero hagan algo! La vida tiene un espectro infinito de
posibilidades y la propia mente es la que nos impide explorarlas. Es más fácil y
más cómodo quedarse sentado en el mismo sillón de siempre viendo el mismo
programa de siempre en la televisión.
Estoy hablando de pasión porque he conocido aquí gente
verdaderamente apasionada y encuentro que sus espíritus rebosan de vida. La
pasión de todos los que estamos acá son las aves y cada que una sobrevuela por
nuestras cabezas, la seguimos con la mirada como si fuera una especie a punto
de extinguirse, siempre alguien tiene un libro a la mano para identificarla,
otro, una cámara para tomarle fotos, otro más unos binoculares y no falta el
que grabe su canto para aprenderlo a imitar.
Rafa, el boliviano sólo tiene 26 años y pasa hasta 10 meses
del año refundido en el amazonas porque ama a sus guacamayos barbiazules y porque
sabe que podrían desaparecer para siempre.
- –Es que quiero salvarlos –me dice a cada rato– no
concibo la idea de que se extingan.
Y yo pienso que su valentía es admirable y que pasión lo va
a llevar tan lejos como el vuelo de las guacamayas que, sin duda, va a salvar.
En estos días llegó otro manager brasileño, se llama René y
es biólogo y ornitólogo. El vivió en
carne propia la extinción de la guacamaya spix, ocurrida hace menos de un año,
quedaba solo un ejemplar en libertad y desapareció. Hoy solo quedan en cautiverio unos cuantos individuos en el zoológico de Sao
Paulo, con los cuales René tuvo el honor de trabajar. Y también en cautiverio,
quedan otros tantos que un jeque árabe tiene en Qatar. Un enorme tatuaje ocupa
todo el brazo de René, es la guacamaya spix, por supuesto, y tatuársela fue la
manera que él encontró de inmortalizarla, por lo menos para sí mismo. Tal es su
pasión. En el otro brazo tiene tatuado un tucán y una guacamaya azul y una
cabeza de guacamaya roja. Tiene su propia compañía de avistamiento de aves en
Brasil, es decir que lleva grupo de turistas durante 15 días a ver con sus
propios ojos las aves que él tanto conoce. Puede imitar el sonido de cada una
de ellas con una precisión desconcertante y las conoce más que a sí mismo. A
eso me refiero cuando hablo de pasión. Buscar qué te gusta y entregarte a eso,
sin importar si no es lo que la sociedad espera de ti, sin importar si eso que
elegiste hacer es diferente de lo que todos tus amigos y conocidos suelen
hacer. Creo firmemente que el mundo necesita gente que haga cosas distintas, ya
hay tantos ingenieros, tantos médicos y tantos abogados, muchos de ellos
odiando lo que hacen, muriendo lentamente en sus oficinas, acumulando dinero
para “algún día” salir a perseguir sus sueños, ignorando tal vez, que ese día
podría no llegar nunca.
Regalar tu tiempo y tu trabajo es pura pasión. Por eso, en
los voluntariados, con contadas excepciones, es posible encontrar gente
increíble, rebosante de pasión. Estuve hablando mucho sobre eso con Fabio, el
lugareño que trabaja a tiempo completo con el proyecto. Más que nadie, él ha
conocido a cada voluntario que ha venido. Increíblemente, casi ninguno es de
Latinoamérica, solo vienen puros europeos y norteamericanos. Pocos orientales.
El más joven tenía 15 años. La más adulta 50 y tantos. El que mas se ha quedado
10 meses, la que menos 10 días, porque el trabajo le pareció excesivo y ella
pensó que venía de vacaciones y no a trabajar. En ese rango de aspirantes ha
caído de todo, gente con plata buscando aventuras, gente sin plata buscando
viajar barato, gente verdaderamente amante de las guacamayas, gente buscando
conocer otra gente, gente huyendo de algo, gente buscando tener experiencias
nuevas, gente con tiempo y sin plata, gente con ganas de salvar el planeta y así, cada motivación nos hace confluir
en este sitio en el que dejaremos algo e, inevitablemente, nos llevaremos algo
también, porque así funciona el equipaje de la vida, es tan amplio y limitado al mismo tiempo, que solo puede llenarse con experiencias, con nada más.
Mui lindo!!! Gracias! Usted es mui mui chevere querida!
ResponderEliminarHola Sari: Leo tu experiencia y en mi imaginación veo la presencia de una anciana sabia..... Creo en el poder de la palabra....y, admiro tu valentía...Te quiero y admiro demasiado.
ResponderEliminar