"El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración… El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje“
José Saramago.
Lugar en el que Buda dio su primer sermón
Buda es celebremente recordado por estos lares porque fue por acá, cerca de Varanasi, en donde dio su primer sermón. Ya se había dado cuenta de que la búsqueda espiritual a través de la renuncia total a todo sólo lleva a la delgadez extrema y al desaseo. Su prédica, entonces, luego de alcanzar la iluminación, defendía el equilibrio, la búsqueda del camino medio hacia el nirvana. La felicidad no está en quien lo tiene todo y tampoco en el que no tiene nada. Ni en la indulgencia de los sentidos ni en la automortificación. Es posible ser feliz con algo tan simple como la sabiduría, la moralidad y el cultivo de la mente. A 12 kms de Varanasi está Sarnath, un lugar que hace parte del circuito budista junto con Bodhgaya, Kushinagar y Lumbini, en Nepal. Fue allí en donde Buda habló por primera vez luego de alcanzar la iluminación.
Un tuk tuk nos llevó por la carretera más mala que jamás hayamos visto. Ni se cómo sobrevivieron nuestras espaldas, ni cómo sobrevivió la suspensión del tuk tuk, pero llegamos. El sitio tiene varios templos budistas y escuelas repletas de monjes. También tiene las ruinas de varias estupas, una de ellas en la que se supone que Buda habló por primera vez.
Al regreso nos quedamos frente al río, a la espera otra vez de las ceremonias de adoración, ese día se celebraba en Diwali, que es el fin de año para los hinduistas, por lo que andaban todos limpiando sus casas y negocios, pues es de buena suerte comenzar el año con limpieza. También adornan todo con flores, hojas y luces de colores. Esa noche, sobre el río flotaban más ofrendas que de costumbre y tiraron pólvora a más no poder. Al final de la ceremonia caminamos las calles de la ciudad vieja, aunque caminar es un decir, pues en verdad, íbamos como un par de gotas en una fuerte corriente. Aun así fue la caminata más memorable de mi vida. A cada paso, en cada pequeño negocio o cada casa, encontrábamos escenas fascinantes, pequeñas ceremonias, preparación de dulces, de ofrendas, rezos, cantos, todo meticulosamente adornado, los minúsculos templos que salpican todos los callejones estaban llenos de flores, de velas, de ofrendas, de gente entregada a la oración, de cítaras y sus insistente quejido. Mucho por ver, dos ojos no alcanzan. Mucho por digerir, por entender, pero la corriente nos arrastraba sin que nada pudiéramos hacer, finalmente desembocamos en una calle principal, en medio de un nudo de gente de vacas, de caminantes, de motos, de autorickshaw, de vendedores, de personas llevando cargas absurdas sobre sus cabezas, hasta pasaron dos muertos alzados en camillas sobre los brazos de sus cargadores. El nudo no se deshacía, estuvimos mucho tiempo quietos, sin poder movernos, en medio de la calle, sin poder salir de tal maraña y eso que íbamos a pie!!! El año estaba por acabarse y las calles estaban más revolucionadas que de costumbre, parecía el fin del mundo. Al llegar al hotel nos tocó el típico show de los hoteles un 31 de diciembre. Fuergos artificiales, música, show de fuego, algo entretenido, por lo menos, pues debíamos hacer tiempo hasta después de la media noche para tomar nuestro tren a Delhi. Llegamos a la estación y estaba relativamente vacía, dados los estándares de las estaciones indias. Happy Diwali.
Los durmientes de la estación.
En la pantalla decía que nuestro tren llegaría a la plataforma dos, pero el de la taquilla le dijo a Juanro que en la uno. Le preguntamos a otros viajeros, también estaban confundidos, le preguntamos al guardia de turno y dijo que creía que era en la uno, yo volví a donde el de la taquilla y al ver el tiquete me dijo: "ya le dije a su amigo, que en la uno". Volvimos a mirar la pantalla y seguía diciendo que en la dos. Crisis. El tren se demora muy poco tiempo sobre la plataforma, si estamos en la equivocada, no nos da tiempo de cambiarnos ni de buscar nuestro vagón en los cientos de vagones que tienen los trenes de acá. Ya se acercaba la hora y aún no sabíamos. Como nos verían de angustiados todos a los que les preguntamos, que cuando el altoparlante anunció la llegada de nuestro tren en hindi, se arrimó el guardia a decirnos que ya estaba confirmado, era en la uno. Se arrimaron los demás pasajeros a los que les habíamos preguntado, se arrimó hasta el jefe de la estación quien se tomó el trabajo de salir de su oficina a chequear que si estuviéramos en la uno. Toda la estación pendiente de nosotros, casi nos morimos de la risa. Pero lo logramos, teníamos por delante un viaje interminable de 13 horas que parecieron 13 días en el tren y otro medio día de espera en Delhi antes de partir a casa. La espera fue bastante productiva, hicimos un tour gastronómico guiado por las calles de la vieja Delhi. Prahbat fue nuestro guía por los espesos callejones y las empinadas, oscuras y escondidas escaleras que llevan al cielo gastronómico. Sitios tan viejos y tan famosos que no necesitan ni letrero a la entrada, sitios a los que sólo van nativos y nosotros, de la mano de Prahbat, quien llevaba una maleta llena de cubiertos, platos de plástico, jabón antibacterial y toallas húmedas. Le dijimos que mandara todas esas cosas al diablo, que ya estábamos más que curtidos, que no habría ni un solo sitio que nos hiciera desertar, pues él, en la introducción, muy asertivamente prepara sicológicamente a sus clientes para ir a sitios a los que más de uno saldría corriendo. Cuando notó nuestra frescura él se relajó y pasamos una tarde memorable, perfecta para ser la ùltima, fuimos a 7 lugares diferentes, en cada uno, él ordenaba lo más popular y siempre nos tenía que parar de comer diciendo, " muchachos no se llenen que aún hay mucho por comer". Vaya si tenía razón, pero como dije alguna vez en este mismo blog, lo comido nadie se lo quita a uno y esta tarde cerró con broche de oro un viaje que jamás olvidaremos. Ahora nos preparamos para un largo vuelo y la próxima entrada, las reflexiones finales y el épilogo serán escritos a nuestro regreso. Nos vemos pronto.
Delhi food Adventure
José Saramago.
Lugar en el que Buda dio su primer sermón
Buda es celebremente recordado por estos lares porque fue por acá, cerca de Varanasi, en donde dio su primer sermón. Ya se había dado cuenta de que la búsqueda espiritual a través de la renuncia total a todo sólo lleva a la delgadez extrema y al desaseo. Su prédica, entonces, luego de alcanzar la iluminación, defendía el equilibrio, la búsqueda del camino medio hacia el nirvana. La felicidad no está en quien lo tiene todo y tampoco en el que no tiene nada. Ni en la indulgencia de los sentidos ni en la automortificación. Es posible ser feliz con algo tan simple como la sabiduría, la moralidad y el cultivo de la mente. A 12 kms de Varanasi está Sarnath, un lugar que hace parte del circuito budista junto con Bodhgaya, Kushinagar y Lumbini, en Nepal. Fue allí en donde Buda habló por primera vez luego de alcanzar la iluminación.
Un tuk tuk nos llevó por la carretera más mala que jamás hayamos visto. Ni se cómo sobrevivieron nuestras espaldas, ni cómo sobrevivió la suspensión del tuk tuk, pero llegamos. El sitio tiene varios templos budistas y escuelas repletas de monjes. También tiene las ruinas de varias estupas, una de ellas en la que se supone que Buda habló por primera vez.
Al regreso nos quedamos frente al río, a la espera otra vez de las ceremonias de adoración, ese día se celebraba en Diwali, que es el fin de año para los hinduistas, por lo que andaban todos limpiando sus casas y negocios, pues es de buena suerte comenzar el año con limpieza. También adornan todo con flores, hojas y luces de colores. Esa noche, sobre el río flotaban más ofrendas que de costumbre y tiraron pólvora a más no poder. Al final de la ceremonia caminamos las calles de la ciudad vieja, aunque caminar es un decir, pues en verdad, íbamos como un par de gotas en una fuerte corriente. Aun así fue la caminata más memorable de mi vida. A cada paso, en cada pequeño negocio o cada casa, encontrábamos escenas fascinantes, pequeñas ceremonias, preparación de dulces, de ofrendas, rezos, cantos, todo meticulosamente adornado, los minúsculos templos que salpican todos los callejones estaban llenos de flores, de velas, de ofrendas, de gente entregada a la oración, de cítaras y sus insistente quejido. Mucho por ver, dos ojos no alcanzan. Mucho por digerir, por entender, pero la corriente nos arrastraba sin que nada pudiéramos hacer, finalmente desembocamos en una calle principal, en medio de un nudo de gente de vacas, de caminantes, de motos, de autorickshaw, de vendedores, de personas llevando cargas absurdas sobre sus cabezas, hasta pasaron dos muertos alzados en camillas sobre los brazos de sus cargadores. El nudo no se deshacía, estuvimos mucho tiempo quietos, sin poder movernos, en medio de la calle, sin poder salir de tal maraña y eso que íbamos a pie!!! El año estaba por acabarse y las calles estaban más revolucionadas que de costumbre, parecía el fin del mundo. Al llegar al hotel nos tocó el típico show de los hoteles un 31 de diciembre. Fuergos artificiales, música, show de fuego, algo entretenido, por lo menos, pues debíamos hacer tiempo hasta después de la media noche para tomar nuestro tren a Delhi. Llegamos a la estación y estaba relativamente vacía, dados los estándares de las estaciones indias. Happy Diwali.
Los durmientes de la estación.
En la pantalla decía que nuestro tren llegaría a la plataforma dos, pero el de la taquilla le dijo a Juanro que en la uno. Le preguntamos a otros viajeros, también estaban confundidos, le preguntamos al guardia de turno y dijo que creía que era en la uno, yo volví a donde el de la taquilla y al ver el tiquete me dijo: "ya le dije a su amigo, que en la uno". Volvimos a mirar la pantalla y seguía diciendo que en la dos. Crisis. El tren se demora muy poco tiempo sobre la plataforma, si estamos en la equivocada, no nos da tiempo de cambiarnos ni de buscar nuestro vagón en los cientos de vagones que tienen los trenes de acá. Ya se acercaba la hora y aún no sabíamos. Como nos verían de angustiados todos a los que les preguntamos, que cuando el altoparlante anunció la llegada de nuestro tren en hindi, se arrimó el guardia a decirnos que ya estaba confirmado, era en la uno. Se arrimaron los demás pasajeros a los que les habíamos preguntado, se arrimó hasta el jefe de la estación quien se tomó el trabajo de salir de su oficina a chequear que si estuviéramos en la uno. Toda la estación pendiente de nosotros, casi nos morimos de la risa. Pero lo logramos, teníamos por delante un viaje interminable de 13 horas que parecieron 13 días en el tren y otro medio día de espera en Delhi antes de partir a casa. La espera fue bastante productiva, hicimos un tour gastronómico guiado por las calles de la vieja Delhi. Prahbat fue nuestro guía por los espesos callejones y las empinadas, oscuras y escondidas escaleras que llevan al cielo gastronómico. Sitios tan viejos y tan famosos que no necesitan ni letrero a la entrada, sitios a los que sólo van nativos y nosotros, de la mano de Prahbat, quien llevaba una maleta llena de cubiertos, platos de plástico, jabón antibacterial y toallas húmedas. Le dijimos que mandara todas esas cosas al diablo, que ya estábamos más que curtidos, que no habría ni un solo sitio que nos hiciera desertar, pues él, en la introducción, muy asertivamente prepara sicológicamente a sus clientes para ir a sitios a los que más de uno saldría corriendo. Cuando notó nuestra frescura él se relajó y pasamos una tarde memorable, perfecta para ser la ùltima, fuimos a 7 lugares diferentes, en cada uno, él ordenaba lo más popular y siempre nos tenía que parar de comer diciendo, " muchachos no se llenen que aún hay mucho por comer". Vaya si tenía razón, pero como dije alguna vez en este mismo blog, lo comido nadie se lo quita a uno y esta tarde cerró con broche de oro un viaje que jamás olvidaremos. Ahora nos preparamos para un largo vuelo y la próxima entrada, las reflexiones finales y el épilogo serán escritos a nuestro regreso. Nos vemos pronto.
Delhi food Adventure