martes, 11 de octubre de 2011

La fila india de la India

"Aquel viaje que no deja huella en tu corazón
jamás fue un viaje"


                                          Los monos gramáticos del camino a Galta

Nuestro tren hacia el desierto partiría a las 11:45pm, así que debíamos buscar plan para todo el día en Jaipur. No esperábamos hacer nada en particular, sin embargo hicimos de todo, por eso esta crónica antecede a la de las aventuras en el desierto. Para que vean que en la India, en un lapso de 24 horas cualquier cosa puede pasar.
El camino de Galta ya lo habíamos recorrido, literariamente hablando. Octavio Paz tuvo la suficiente inspiración para narrar la subida hasta el templo del sol, en un libro hermosamente titulado "El Mono Gramático". Hace muchos años, cuando ni siquiera pasaba por mi mente visitar estas tierras, lo había comprado en una anticuaria del centro de Medellín. Recuerdo que es el libro más caro que he comprado en toda mi vida, pues esa misma tarde, saliendo de la anticuaria me atracaron y me robaron el dinero que me acababan de pagar, luego de vender la cámara de fotos de la Universidad. También  recuerdo que cuando lo leí pensé lo mágico que sería hacer ese mismo camino. Pues heme aquí, revisando una guía y cayendo en cuenta de que Galta está bastante cerca de Jaipur. ¿Por qué no honrar a Octavio Paz? Contratamos a un tuk tuk, cuyo conductor de llamaba Ali y se encargó de llevarnos hasta allá. El tuk tuk llegaba hasta cierto punto, de ahí en adelante tocaba caminar. La ruta está enmarcada por montañas rocosas de la que brotan monos por todos lados. Por aquí, por allá, por donde miráramos habían monos, a su vez, mirándonos. Construcciones milenarias de alzan a la vera del camino, pero hoy están en ruinas y se convirtieron en el hogar de los monos, en algunas, ellos comparten, civilizadamente, el espacio con los humanos.  Es extraña la sensación de caminar por allí, sabiéndonos los únicos extranjeros y sintiéndonos observados por millones de micos y gente escondida como animales detrás de puertas desencajadas, paredes luchando por seguir en pie y ventanas caladas. Pasado el reino de los micos ascendimos cuesta arriba bajo un sol indescriptiblemente abrazador. Una subida silenciosa y extenuante por un camino de piedra lisa y pulida tras resistir el sol veraniego, el monzón, el viento de los 100 días, el polvo y las pisadas de los peregrimos y así, año tras año, siglo tras siglo. Toda una eternidad.



                         

Coronamos con una vista increíble de Jaipur y una pasada por el templo del sol, viviendo en carne propia que no hay mejor lugar para adorarlo que esa colina pedregosa, reseca y calurosa.  Sin contratiempos salimos de esa máquina del tiempo llamada Galta y volvimos al caos de la ciudad. Ali nos llevó a un restaurante tan bueno que nosotros éramos los únicos comensales de tez blanca, de resto puras familias indias en pleno plan dominguero, quienes no dudaron en ayudarnos a elegir el menú. Como nos verían de inexpertos que tuvieron que explicarnos qué se mezclaba con tal salsa o cuál tipo de pan era apropiado para la otra, a veces riéndose de nosotros de la misma manera como nosotros nos reímos del gringo que se come la arepa con cubiertos.
Extendimos el almuerzo lo más que pudimos, pues necesitabamos hacer tiempo hasta que llegara nuestro tren de medianoche. Luego nos atrevimos a incursionar en el aclamadísimo, famosísimo y sin igual mundo de Bollywood. Para los que no sepan, la india es el mayor productor de películas de cine de todo el mundo, por encima, incluso de Estados Unidos, por lo que ir a un cinema Indio es una experiencia que nadie puede dejar de tener y más en Jaipur, ciudad que se ufana de tener el mejor cinema de todo el país. Llegamos con bastante antelación a comprar la boleta y ya la fila se alargaba copiosamente, en ese momento suponíamos que estábamos en la tierra de la fila india pero rápidamente nos dimos cuenta de que  no deberíamos decir fila, pues ese concepto parece no estar muy desarrollado por estos lares en donde lo que hacen es aglutinarse, sin ningún orden en torno a la taquilla. Igual que en las calles y el acceso a los trenes, lo que impera por acá es la ley del más fuerte. De codazo en codazo Juanro logró comprar las dos boletas para la función de las 6:30pm.
Media hora antes de empezar la función se abrieron las puertas y nos encontramos en el cinema más grande rodeados de más de 700 expectadores, entre los cuales se encontraba un reducido grupo de turistas, incluidos  nosotros.
De ahí en adelante todo fue una fiesta a la cual nunca esperábamos asistir. Cuando apagaron las luces del teatro comenzaron los aplausos, silbidos y vivas. Cuando empezó la películas la efucividad aumentó, pero el climax llegó cuando apareció la protagonista. Cabe anotar que el 90% de los asistentes eran hombres. Película de Bollywood que se respete tiene coreografías y aunque en esta particularmente no esperábamos verlas por tratarse de una película de acción, el canto y el baile no se hicieron esperar y la gente aplaudía y se emocionaba como si estuviera en un concierto en vivo. La película era en Hindi, sin subtítulos, así que rápidamente muchos de los turistas se salieron, incapaces de entender que la verdadera película estaba en el comportamiento de la gente y no en la pantalla grande. Para nosotros fueron dos horas inmensamente emocionantes, de repetir. Todavía nos acordamos y nos reímos.

                                          Camino a Galta

Se acercaba la medianoche y ya estábamos sobre nuestra plataforma esperando el tren. A pesar de la hora, no cabía una persona más en la estación. Abordamos esta vez en un vagón con aire acondicionado y tres literas a lado a lado. A oscuras nos acomodamos nosotros y otra pareja de extranjeros, pues ya los otros 2 compañeros de vagón dormían plácidamente, eso de acomodarse 4 personas, con mochilas gigantes, con la luz apagada, en un espacio de por lo menos 40 cms, es bastante complejo, pero con paciencia de parte y parte lo logramos y al otro día a las 11 am ya estábamos llegando a Jaisalmer. Aunque estábamos hambreados y con ganas de llegar al hotel, decidimos solucionar en la oficina de tiquetes nuestro próximo trayecto, porque aunque lo separamos por internet 45 días atrás, aún seguimos en lista de espera. Era una oficina pequeña, con 4 funcionarios, de los cuales solo trabajaba uno, mientras la cola aumentaba paulatinamente conforme avanzaban los minutos. Como ya habíamos comprobado, en la India no hacen fila India y la gente se colaba sin ningún pudor. Y los de la fila no protestaban ni contra los colados, ni contra los funcionarios. Mientras juanro hacía fila, o trataba de hacerla, yo me paraba en las taquillas desatendidas, mirando fijamente al funcionario a ver si le daba pena y se ponía a trabajar, todo esto mientras él plácidamente se sacaba mocos y dormiteaba a ratos. Una rata, sin ningún pudor, se paseaba detrás de los puestos de los funcionarios, llevando y trayendo papeles, vasos, comida y viéndose infinitamente más activa que sus compañeros de oficina. Más de una hora después de andar en estas nos tocó el turno y no pudimos resolver nada, con el ánimo destemplado y resignados salimos en busca de nuestro hotel, con tal mala suerte que el tuk tuk que nos llevaba se varó y nos tocó llegar caminando hasta nuestro alojamiento. Situado en pleno fuerte y rodeado de callejones y rincones de ensueño, el Desert Boys, nuestro hotel, resultó ser sencillo pero acogedor, con una gran ventaja para mí y es que no tiene aire acondicionado, pues las últimas estancias han estado más frías que un iglú, a tempraturas bajo cero aptas para el pinguino que tengo por compañero, pero catástróficas para mí que vivo de resfriado en resfriado. Mientras él se aclimata, lo cual le servirá bastante para su travesía en camello por el desierto, escribo estas lineas, admirando el atardecer más arrebatador del mundo y el cielo surcado por millones de pájaros buscando una rama para dormir. Todo esto en 24 horas es algo que solo puede pasar en la India.

                                          Atardecer en el desierto

2 comentarios:

  1. Esto no solo puede pasar en la India; también pasa en Elefantes y cítaras. Gracias a tu atinado y entretenido mezclar de las palabras, que nos ayudan a vivir lo no vivido y a amar lo inimagindo.

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  2. Fue tan real la descripción de la actividad de la rata que tuve que volver a leer para cerciorarme cuántas patas tenía el animal, si dos o cuatro.

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