martes, 25 de octubre de 2011

La ciudad de la furia

"Qué es la muerte sino una vida vivida,
 qué es la vida sino una muerte que viene"
Borges


                                          Ceremonia de Adoración al Ganges




Comienzo citando ese fragmento de Borges porque voy a hablar de la muerte. Pero hablar de la muerte en Varanasi, la ciudad más sagrada del mundo, es lo mismo que hablar de la vida, bien recuerdo haberles advertido que este lugar estaba lleno de contradicciones. Todo hindú sueña con morir aquí para que sus restos reposen en el Ganges y puedan liberarse del ciclo de reencarnaciones, o para que el alma pueda nacer en una nueva vida, por eso conceptos contradictorios para nosotros, son complementarios para ellos, por eso morir, en cierta forma, es lo mismo que nacer. Hay dos puntos de cremación que arden constantemente, tal es la afluencia de cuerpos inertes a la espera de un turno de 3 horas, tiempo que toma un cuerpo en arder. A la ceremonia sólo van hombres pues las lágrimas, más propias de las mujeres, no dejan al alma irse tranquila, se supone que  la muerte debe significar alegría, pues es la oportunidad para comenzar una vida mejor.  De acuerdo a la casta se usa madera barata como el mango o costosa como el sándalo y los encargados del oficio crematorio son los intocables, es decir, la casta más baja. Así las cosas, hasta el difunto más ilustre termina en manos de un intocable, otra contradicción más en la ciudad de las contradicciones. La actividad crematoria sólo tiene 5 excepciones, a saber:
Los leprosos, los santos, las mujeres embarazadas, los niños y aquellos cuya muerte se haya producido por la mordedura de una cobra. Sus cuerpos no se deshacen en las llamas, sino que son envueltos, atados a una piedra y lanzados al río, pero a veces regresan a la superficie y se ven flotar. Aterrador. Supongo que tanto como  es para ellos saber que nosotros los metemos en un cajón de madera y los enterramos. Por eso juzgar, en estos casos, es tan solo una muestra de ignorancia.
Nosotros llegamos al río por la tarde cuando ya el sol se había ocultado y aunque el día estaba por finalizar, la actividad apenas comenzaba y las escalinatas a orillas del Ganges comenzaban a llenarse de devotos, turistas y curiosos para comenzar el Ganga Aarti o ceremonia de adoración.  Nosotros preferimos subirnos a una barca para ver el espectáculo desde el río. No éramos los únicos, decenas de barcas repletas de gente estaban en las mismas. Se supone que al río hay que ofrecerle algo, por lo que compramos una ofrenda consistente en una flor de loto con flores y una vela. Pronto el agua estaba llena de pequeñas velas encendidas suavemente arrastradas por la corriente. Comenzó la ceremonia y, junto a ella, una experiencia casi que inenarrable, pero haremos nuestro mejor esfuerzo:
Las campanas sonaban y una música de tambores las acompañaba. Una voz entonaba a veces rezos, a veces canciones, la gente aplaudía a ratos, otros callaba, olía a incienso, olía a sándalo quemado, olía al agua nauseabunda del río más sagrado y más contaminado, otra contradicción más para la lista. Los 5 sacerdotes parados frente al río le ofrecían esencias y fuego a través de complejos rituales. Los santones vestidos siempre de naranja, el color de la renuncia, deambulaban entre la gente poniendo puntos rojos en la frente y pidiendo rupias. Los niños pasaban de barca en barca y de escalinata en escalinata vendiendo postales, sellitos, ofrendas, baratijas o, simplemente pidiendo dinero. Otros se despojaban de sus ropas y chapuceaban alegremente entre la corriente. Pasaban tantas cosas el mismo tiempo que ustedes nunca podrán dimensionar la escena completa, dada mi incapacidad para describirla de una mejor manera. Los siento mucho, de verdad lo siento. De regreso en nuestra barca vimos un cuerpo flotando y fue inevitable pensar sobre cuántos más estábamos navegando. Regresamos al hotel en silencio, había sido una jornada inolvidable y perturbadora, en cierta forma.




Al amanecer, en el mismo río, los hindúes van a hacer la puja, o ceremonia de limpieza, un ritual que implica bañarse en las turbias aguas para limpiar los pecados. las mismas aguas en las que arrojan las cenizas de las piras, los cuerpos inertes, los animales muertos, las aguas negras, la basura. Suena contradictorio "limpiarse" en medio de tanta suciedad. Se enjabonan y todo. Los niños nadan alegres y los padres se meten con sus pequeños bebes. Las mujeres aprovechan para lavar la ropa. Los santones musitan oraciones. Los hombres se rapan todo el pelo de sus cabezas con una cuchilla de afeitar.
Hacia el medio día caminamos nuevamente por el río, a esa hora, desprovisto de la magia de la noche anterior. La basura se ve más, los olores se exaltan por el calor. Arravesamos un callejón largo que alberga a cada lado, toneladas de madera, desembocamos en la pira funeraria, que macabra sensación, seguimos en silencio tratando de digerir todo, todo, todo, pero es indigerible.
Por la noche volvimos a la ceremonia, no puedo describir como algo tan extraño y, de cierta manera repulsivo, genera tanta fascinación, queríamos ver más, ir mil veces nunca será suficiente para ver todo lo que hay para ver. Hace 3000 años alguien, en ese mismo lugar, realizaba la misma ceremonia, de la misma manera. Hoy pocas cosas han cambiado, la más decepcionante para nosotros, es comprobar que esta religión descubrió el poder del dinero, que la mano santa prefiere las rupias a las oraciones. Al final, todas las religiones terminan por parecerse en algo. ¿Culpa de nosotros que, curiosos, vinimos a verlos, no teniendo nada más para congraciarnos que nuestro asqueroso dinero? ¿Culpa de la religión misma, que como todas, al ser una invención humana es imperfecta como los humanos mismos?
Muchas preguntas, pocas respuestas, muchas contradicciones imposibles de conciliar.  Quiero dejar en claro que no quedo satisfecha con esta entrada, la escribo y la reescribo una y otra vez, comprobando que no todas las cosas pueden narrarse, que no todos los sentimientos pueden describirse, que faltan adjetivos por inventar, que nuestra ignoracia no tiene límites y que nunca terminaremos de conocernos a nosotros mismos ni a los demás.

                                            Los bazares de Varanasi

                                          El putrefacto Ganges que da para todo

                                           No money, no photo, qué novedad!!!

2 comentarios:

  1. ¿Ya no habían estado al principio del viaje en una ceremonia en el Ganges? ¿Fue en otra ciudad? ¿Qué tenía de diferente?

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  2. Una contradicción más: que pesar que el viaje está llegando a la etapa final y que alegría que los vamos a abrazar.

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